CAPITULO I: LA CASA FAMILIAR (1826 - 1851)
1. ¿Calle de la Flor?
2. Su familia
3. Nacimiento de Manuela (Soledad)
4. Su abuela
5. Su Colegio
6. Su hermana Inocencia decía de ella
7. Pidió ser admitida en la Dominicas
1. ¿Calle de la Flor?
¿Calle de la flor Baja? Hoy ya no existe porque el viento del progreso fue derribando aquellas casitas pobres, y aquella es hoy parte de la Gran Vía, en el tramo desde Callao a la Plaza de España. Si las cenizas de sus suelos nos hablaran dirían que justo donde está el Hotel Emperador en ese mismo punto, nació -en una pobre casa -una Santa. (1)
La historia nos relata que pasando los años, los padres Jesuitas compraron toda la manzana de casas de la calle de la Flor Baja. La duquesa de Pastrana regaló a la compañía de Jesús, en la calle Isabel la Católica, un palacio que estaba aledaño a la calle de la Flor Baja y los jesuitas lo convirtieron en su residencia, haciendo una Iglesia en el solar de dicha calle allí se levanto la gran iglesia de los jesuitas denominada ‘De la Flor’.
Con el tiempo cuando la gran Vía llegó hasta allí le hicieron a la iglesia una fachada nueva, pero en mayo de 1931 con los disturbios que hubo la Iglesia se destruyó en un incendio. En ruinas y quemada estuvo la Iglesia hasta después de la guerra civil. En 1939 el solar fue adquirido por la compañía Inmobiliaria Metropolitana, Otamendi y en él construyeron el Hotel Emperador, el teatro Lope de Vega, pisos y comercios. Según el padre Zugasti: ‘Imposible nos habría sido averiguar a ciencia cierta cuál habría sido la situación de la casa en que naciera nuestra querida madre, y no lo hubiésemos conseguido si la benevolencia de los PP. Jesuitas no se hubiese prestado a registrar escritura de la Casa profesa, sita en la misma calle. Grande fue nuestra alegría cuando, después de concienzudo examen, resultó estar comprendido el solar en la casa nativa dentro del sagrado recinto del Templo, donde había como Dios y hombre el que es por excelencia tres veces Santo, pudiéndose hacer esta apreciación que resulta con el (número 3) Archivo de las Siervas de María’ (2).
Tal y como ya he relatado, hoy ese templo ya ha desaparecido, y en el solar hay un nuevo edificio, que es el hotel Emperador y el teatro Lope de Vega. Después, en el año 1898, el Conde de Romanones y alcalde de Madrid, presentó un proyecto de hacer una avenida limpia, ancha, y larga, en 1910 el rey Alfonso XIII subido a un andamio elegantemente alfombrado, con una piqueta de oro dio un golpe en la fachada de la “casa del cura” paredaña con la iglesia de San José, y así nació como proyecto la Gran Vía, que tardó cincuenta años en estar terminada(3)
1. ¿Calle de la Flor?
2. Su familia
3. Nacimiento de Manuela (Soledad)
4. Su abuela
5. Su Colegio
6. Su hermana Inocencia decía de ella
7. Pidió ser admitida en la Dominicas
1. ¿Calle de la Flor?
¿Calle de la flor Baja? Hoy ya no existe porque el viento del progreso fue derribando aquellas casitas pobres, y aquella es hoy parte de la Gran Vía, en el tramo desde Callao a la Plaza de España. Si las cenizas de sus suelos nos hablaran dirían que justo donde está el Hotel Emperador en ese mismo punto, nació -en una pobre casa -una Santa. (1)
La historia nos relata que pasando los años, los padres Jesuitas compraron toda la manzana de casas de la calle de la Flor Baja. La duquesa de Pastrana regaló a la compañía de Jesús, en la calle Isabel la Católica, un palacio que estaba aledaño a la calle de la Flor Baja y los jesuitas lo convirtieron en su residencia, haciendo una Iglesia en el solar de dicha calle allí se levanto la gran iglesia de los jesuitas denominada ‘De la Flor’.
Con el tiempo cuando la gran Vía llegó hasta allí le hicieron a la iglesia una fachada nueva, pero en mayo de 1931 con los disturbios que hubo la Iglesia se destruyó en un incendio. En ruinas y quemada estuvo la Iglesia hasta después de la guerra civil. En 1939 el solar fue adquirido por la compañía Inmobiliaria Metropolitana, Otamendi y en él construyeron el Hotel Emperador, el teatro Lope de Vega, pisos y comercios. Según el padre Zugasti: ‘Imposible nos habría sido averiguar a ciencia cierta cuál habría sido la situación de la casa en que naciera nuestra querida madre, y no lo hubiésemos conseguido si la benevolencia de los PP. Jesuitas no se hubiese prestado a registrar escritura de la Casa profesa, sita en la misma calle. Grande fue nuestra alegría cuando, después de concienzudo examen, resultó estar comprendido el solar en la casa nativa dentro del sagrado recinto del Templo, donde había como Dios y hombre el que es por excelencia tres veces Santo, pudiéndose hacer esta apreciación que resulta con el (número 3) Archivo de las Siervas de María’ (2).
Tal y como ya he relatado, hoy ese templo ya ha desaparecido, y en el solar hay un nuevo edificio, que es el hotel Emperador y el teatro Lope de Vega. Después, en el año 1898, el Conde de Romanones y alcalde de Madrid, presentó un proyecto de hacer una avenida limpia, ancha, y larga, en 1910 el rey Alfonso XIII subido a un andamio elegantemente alfombrado, con una piqueta de oro dio un golpe en la fachada de la “casa del cura” paredaña con la iglesia de San José, y así nació como proyecto la Gran Vía, que tardó cincuenta años en estar terminada(3)
Dando estas pinceladas en el tiempo, nos situamos y sabemos donde nació Manuela, recojamos donde dejamos, el hilo indeleble de la historia, que no se me rompa para insertar todo, como un rosario de perlas finas los fragmentos de estas dos historias, tan entregadas a Dios.
2. Su familia
El matrimonio formado por Manuel Torres y Antonia Acosta vivía en aquella pobre casa, atendiendo su lechería, con ganado propio, y así se ganaban honradamente su existencia.
El mayor de los hijos fue José, la segunda hija Manuela, (Sor Soledad) después le seguiría Antonio, Inocencia, y Manuel.
Todos los hijos, como familia cristiana fueron bien educados, por sus padres, aunque humildes eran muy piadosos, todo esto lo deducimos por la esmerada educación que Manolita fue demostrando en su juventud y ya consagrada a Dios para toda su vida, de ella siempre iremos viendo como manan sus bondades, sobre todo para los pobres y necesitados.
El primogénito José, empleado en el ferrocarril, a la muerte de su padre se consagró en sacar a su familia adelante, llevándose con el tiempo a su madre a Vilches, donde alcanzó el escalafón de jefe de estación, hasta el final de sus días.
De Antonio, no hay datos que se sepan.
Inocencia fue modelo de esposa cristiana y madre de una sola hija llamada Carmen, llevándosela el Señor pronto con él, la Madre Soledad que estuvo a su vera hasta su tránsito de este mundo dijo de ella: Así mueren los Ángeles de la tierra.
El pequeño Manuel, murió a los cinco años de edad, víctima de una pedrada que le dieron en la espala, jugando en la calle con otros niños (4).
3. Nacimiento de Manuela (Soledad)
En la Villa y Corte de Madrid, en el año de nuestro Señor, a dos de diciembre de 1826 vino al mundo en la calle de la Flor Baja nº 3 y 4 Bibiana Antonia Manuela Torres Acosta, el nombre de Bibiana por ser el nombre del día dos, santoral de la mártir Bibiana, Antonia por su abuelo, abuela y su madre, y Manuela por su padre, así que le llamarían Manolita, la que pasando el tiempo en la vida religiosa tomaría el nombre de Sor Solead.
La vida que nos ocupa es la de Manuela, que dos días después de su nacimiento recibió el Santo Bautismo, en el seno de esta familia cristiana.
Santa Soledad Torres Acosta, tiene su altar en la Catedral de la Almudena, en el Madrid donde nació. Y su propia pila bautismal, donde fue bautizada la niña Manuela, “Santa Soledad”, hoy se encuentra en la catedral de la Almudena de Madrid, en una de sus puertas laterales, es de mármol gris.
Aquí relatamos los datos de su Bautismo. He aquí la fe de Bautismo5: En la iglesia parroquial de San Martín, de Madrid a cuatro de Diciembre de mil ochocientos veintiséis, yo Fr. Isidoro José Martínez, T., Cura de ella, bauticé a Bibiana Antonia Manuela, hija legitima de Francisco, conocido por Manuel Torres y de Antonia Acosta, natural de Madrid, ambos Manuel y Antonia, naturales de Hortaleza, de este Arzobispado. Nació el día dos del corriente, calle de la Flor Baja nº 3 y 4. Madrina Antonia Ráez, su abuela, y lo firmé Fr. Isidoro José Martínez) (Lib64 de Bautizos, folio 33 vuelto. Parroquia de San Martín).
Era Manolita, una niña delicada, menuda de estatura y enfermiza, temiendo sus padres que se les muriese pronto, pusieron todo cuidado en sacarla adelante, pues enseguida empezaron a notar en ella una inteligencia poco común en los niños de su edad, y cuando empezó a andar la llevaron con sus abuelos, que vivían en la plaza de Santo Domingo frente al convento del mismo nombre que hoy está en Claudio Coello (6).
4. Su abuela
Su abuela la llevó al convento de las Dominicas Reales, para que la conociesen. En la entrada del convento había una virgen dentro de una urna, con una lamparita encendida y la niña solía ponerse de rodillas delante de ella y rezarle, sabiendo los padres esto, la dejaban más tiempo con los abuelos (7).
5. Su infancia
Ella después le referiría a sus hijas en el convento, que su madre le imponía como castigo ponerse a rezar algo de la Santísima Virgen, y así con la corrección le iba entrando el amor por la madre de Dios.
Su madre con el tiempo viendo lo juiciosa que era le confiaba el cuidado de sus tres hermanos pequeños, que al ser ella de corta estatura ponía en el suelo una camita para manejarlos mejor y jugar con ellos, las vecinas viendo como cuidaba a sus hermanos empezaron a confiarles a sus hijos pequeños cuando se tenían que ir a trabajar, así Manolita en el patio de su casa fue creando una pequeña guardería.
Ella, a las niñas pequeñas las viste de monjas, con una estampa de la Virgen hace un altarcito y las entretiene con rezos y procesiones alrededor de la estampita, las vecinas decían Manolita va para monja, su merienda se la daba a los niños más pobres.(8).
Demostró siempre, desde su más tierna infancia, el amor a los pobres; cosa que después puso bien de manifiesto. De esta manera el Señor iba preparando aquella alma tan humilde y piadosa para los planes que para ella iba trazando la Divina Providencia, como veremos más adelante.
6. Su colegio
Puesto que sus padres eran humildes y los recursos escasos, deciden que les vendría bien meterlas a servir, así descargarían los gastos y traerían algunos ingresos a casa. Pero Manuel vacila, le da pena poner a Manolita a servir, ella es muy juiciosa todo el mundo dice que es lista, es por ello que deciden mandarla a un colegio y su hermana Inocencia a servir.
A Manolita la llevaron a un colegio externo que había en el hospital de Incurables en la calle Amaniel, dirigidos por la Hijas de la Caridad, el trato con las religiosas fue despertando en ella sus muestras de piedad y virtud, así se fue formando su alma para que pasando el tiempo alcanzara tan alto pedestal en la Santidad.
La niña Manolita prevenida de un modo extraordinario por la mano de Dios, comienza muy pronto a dar señales de una madurez de juicio impropia de sus años. Modesta, dócil, obediente, laboriosa, recogida, era el alma de la casa y el consuelo de sus honrados padres (9).
Muy pronto: empezó a perfilarse su deseo de acercase cada vez más a la Iglesia, a la cual iba con frecuencia con sus amigas, al convento de los Capuchinos.
8. Su hermana Inocencia
Decía de ella: “Mi hermana siempre fue buena e inocente, yo tenia más idea que ella, a mi nunca me dio por ser monja, si embargo a ella siempre desde pequeña le gustaba eso mucho, y siempre se le veía con esa inclinación”, Todos los de mi casa decían: “Esa criatura no nació para el mundo: como la admitieran las religiosas, ya hubiera entrado en el convento. A sus muñecas las tenía vestidas de monjas.(10).
9. Pidió ser admitida en la Dominicas
Según iba creciendo, también crecían en ella los deseos que en su interior le empujaban a consagrarse a los demás en el seno de la vida religiosa. Brotando en el interior de su alma en la más absoluta austeridad, así poco a poco esta jovencita iba preparando su corazón. Solía ir al convento de Santo Domingo de las dominicas porque deseaba formar parte de su congregación, pidió ser admitida como religiosa de velo blanco pues su humildad creía no poder aspirar a más. (Religiosa lega, significaba entonces monja de segunda clase). Pero los designios que Dios nuestro Señor le tenía reservado, eran para otras casas más grandes.
Según contaba su hermana Inocencia: ‘Las reglas señalaban el número de habitantes del convento, y se hallaba a tope. Pero, ¡Resulta que si le admitieron la petición! con el compromiso de que le avisarían cuando hubiere una plaza libre. Pidiéndole a Dios que se cumpliesen sus deseos, porque el tiempo pasaba y su alma se impacientaba, por no ver llegar el momento deseado por ella’.
Manolita exclamaba al ver que la vacante no llegaba y se dilataba su entrada: ¡Señor: sí esta tardanza en abrirme las puertas de vuestra casa es para probar mi constancia, esperaré; pero si es que queréis otra cosa, mostradme vuestra santa voluntad!
En verdad que a Dios no se le ruega en vano, si se le pide de corazón el oye siempre nuestras suplicas y las da en justa medida como veremos en los siguientes capítulos. (11).
(1) Del libro Soledad Torres del Padre Zugasti, página 30
2. Su familia
El matrimonio formado por Manuel Torres y Antonia Acosta vivía en aquella pobre casa, atendiendo su lechería, con ganado propio, y así se ganaban honradamente su existencia.
El mayor de los hijos fue José, la segunda hija Manuela, (Sor Soledad) después le seguiría Antonio, Inocencia, y Manuel.
Todos los hijos, como familia cristiana fueron bien educados, por sus padres, aunque humildes eran muy piadosos, todo esto lo deducimos por la esmerada educación que Manolita fue demostrando en su juventud y ya consagrada a Dios para toda su vida, de ella siempre iremos viendo como manan sus bondades, sobre todo para los pobres y necesitados.
El primogénito José, empleado en el ferrocarril, a la muerte de su padre se consagró en sacar a su familia adelante, llevándose con el tiempo a su madre a Vilches, donde alcanzó el escalafón de jefe de estación, hasta el final de sus días.
De Antonio, no hay datos que se sepan.
Inocencia fue modelo de esposa cristiana y madre de una sola hija llamada Carmen, llevándosela el Señor pronto con él, la Madre Soledad que estuvo a su vera hasta su tránsito de este mundo dijo de ella: Así mueren los Ángeles de la tierra.
El pequeño Manuel, murió a los cinco años de edad, víctima de una pedrada que le dieron en la espala, jugando en la calle con otros niños (4).
3. Nacimiento de Manuela (Soledad)
En la Villa y Corte de Madrid, en el año de nuestro Señor, a dos de diciembre de 1826 vino al mundo en la calle de la Flor Baja nº 3 y 4 Bibiana Antonia Manuela Torres Acosta, el nombre de Bibiana por ser el nombre del día dos, santoral de la mártir Bibiana, Antonia por su abuelo, abuela y su madre, y Manuela por su padre, así que le llamarían Manolita, la que pasando el tiempo en la vida religiosa tomaría el nombre de Sor Solead.
La vida que nos ocupa es la de Manuela, que dos días después de su nacimiento recibió el Santo Bautismo, en el seno de esta familia cristiana.
Santa Soledad Torres Acosta, tiene su altar en la Catedral de la Almudena, en el Madrid donde nació. Y su propia pila bautismal, donde fue bautizada la niña Manuela, “Santa Soledad”, hoy se encuentra en la catedral de la Almudena de Madrid, en una de sus puertas laterales, es de mármol gris.
Aquí relatamos los datos de su Bautismo. He aquí la fe de Bautismo5: En la iglesia parroquial de San Martín, de Madrid a cuatro de Diciembre de mil ochocientos veintiséis, yo Fr. Isidoro José Martínez, T., Cura de ella, bauticé a Bibiana Antonia Manuela, hija legitima de Francisco, conocido por Manuel Torres y de Antonia Acosta, natural de Madrid, ambos Manuel y Antonia, naturales de Hortaleza, de este Arzobispado. Nació el día dos del corriente, calle de la Flor Baja nº 3 y 4. Madrina Antonia Ráez, su abuela, y lo firmé Fr. Isidoro José Martínez) (Lib64 de Bautizos, folio 33 vuelto. Parroquia de San Martín).
Era Manolita, una niña delicada, menuda de estatura y enfermiza, temiendo sus padres que se les muriese pronto, pusieron todo cuidado en sacarla adelante, pues enseguida empezaron a notar en ella una inteligencia poco común en los niños de su edad, y cuando empezó a andar la llevaron con sus abuelos, que vivían en la plaza de Santo Domingo frente al convento del mismo nombre que hoy está en Claudio Coello (6).
4. Su abuela
Su abuela la llevó al convento de las Dominicas Reales, para que la conociesen. En la entrada del convento había una virgen dentro de una urna, con una lamparita encendida y la niña solía ponerse de rodillas delante de ella y rezarle, sabiendo los padres esto, la dejaban más tiempo con los abuelos (7).
5. Su infancia
Ella después le referiría a sus hijas en el convento, que su madre le imponía como castigo ponerse a rezar algo de la Santísima Virgen, y así con la corrección le iba entrando el amor por la madre de Dios.
Su madre con el tiempo viendo lo juiciosa que era le confiaba el cuidado de sus tres hermanos pequeños, que al ser ella de corta estatura ponía en el suelo una camita para manejarlos mejor y jugar con ellos, las vecinas viendo como cuidaba a sus hermanos empezaron a confiarles a sus hijos pequeños cuando se tenían que ir a trabajar, así Manolita en el patio de su casa fue creando una pequeña guardería.
Ella, a las niñas pequeñas las viste de monjas, con una estampa de la Virgen hace un altarcito y las entretiene con rezos y procesiones alrededor de la estampita, las vecinas decían Manolita va para monja, su merienda se la daba a los niños más pobres.(8).
Demostró siempre, desde su más tierna infancia, el amor a los pobres; cosa que después puso bien de manifiesto. De esta manera el Señor iba preparando aquella alma tan humilde y piadosa para los planes que para ella iba trazando la Divina Providencia, como veremos más adelante.
6. Su colegio
Puesto que sus padres eran humildes y los recursos escasos, deciden que les vendría bien meterlas a servir, así descargarían los gastos y traerían algunos ingresos a casa. Pero Manuel vacila, le da pena poner a Manolita a servir, ella es muy juiciosa todo el mundo dice que es lista, es por ello que deciden mandarla a un colegio y su hermana Inocencia a servir.
A Manolita la llevaron a un colegio externo que había en el hospital de Incurables en la calle Amaniel, dirigidos por la Hijas de la Caridad, el trato con las religiosas fue despertando en ella sus muestras de piedad y virtud, así se fue formando su alma para que pasando el tiempo alcanzara tan alto pedestal en la Santidad.
La niña Manolita prevenida de un modo extraordinario por la mano de Dios, comienza muy pronto a dar señales de una madurez de juicio impropia de sus años. Modesta, dócil, obediente, laboriosa, recogida, era el alma de la casa y el consuelo de sus honrados padres (9).
Muy pronto: empezó a perfilarse su deseo de acercase cada vez más a la Iglesia, a la cual iba con frecuencia con sus amigas, al convento de los Capuchinos.
8. Su hermana Inocencia
Decía de ella: “Mi hermana siempre fue buena e inocente, yo tenia más idea que ella, a mi nunca me dio por ser monja, si embargo a ella siempre desde pequeña le gustaba eso mucho, y siempre se le veía con esa inclinación”, Todos los de mi casa decían: “Esa criatura no nació para el mundo: como la admitieran las religiosas, ya hubiera entrado en el convento. A sus muñecas las tenía vestidas de monjas.(10).
9. Pidió ser admitida en la Dominicas
Según iba creciendo, también crecían en ella los deseos que en su interior le empujaban a consagrarse a los demás en el seno de la vida religiosa. Brotando en el interior de su alma en la más absoluta austeridad, así poco a poco esta jovencita iba preparando su corazón. Solía ir al convento de Santo Domingo de las dominicas porque deseaba formar parte de su congregación, pidió ser admitida como religiosa de velo blanco pues su humildad creía no poder aspirar a más. (Religiosa lega, significaba entonces monja de segunda clase). Pero los designios que Dios nuestro Señor le tenía reservado, eran para otras casas más grandes.
Según contaba su hermana Inocencia: ‘Las reglas señalaban el número de habitantes del convento, y se hallaba a tope. Pero, ¡Resulta que si le admitieron la petición! con el compromiso de que le avisarían cuando hubiere una plaza libre. Pidiéndole a Dios que se cumpliesen sus deseos, porque el tiempo pasaba y su alma se impacientaba, por no ver llegar el momento deseado por ella’.
Manolita exclamaba al ver que la vacante no llegaba y se dilataba su entrada: ¡Señor: sí esta tardanza en abrirme las puertas de vuestra casa es para probar mi constancia, esperaré; pero si es que queréis otra cosa, mostradme vuestra santa voluntad!
En verdad que a Dios no se le ruega en vano, si se le pide de corazón el oye siempre nuestras suplicas y las da en justa medida como veremos en los siguientes capítulos. (11).
(1) Del libro Soledad Torres del Padre Zugasti, página 30
(2) Del libro del Padre Zugasti página 31.
(3) Del libro Soledad de los enfermos, de D. José Mª. Javierre página 26.
(4) Del libro del Padre Zugasti página 31
(5) Del libro del Padre Zugasti página31.
(4) Del libro del Padre Zugasti página 31
(5) Del libro del Padre Zugasti página31.
(7) Del libro del Padre Zugasti página 33 informaciones de su hermana Inocencia, según la M. Olvido Civera.
(8) Del libro del Padre Zugasti página 34. Información de su hermana Inocencia, Según M. Josefa Díaz.
(9) Del libro del Padre Zugasti página32.
(10) Del libro del Padre Zugasti página 34 información de su hermana inocencia, según declaración de la M. Josefa Díaz, Tomo I, p. 28 y Del libro del Padre Zugasti página37, Información de su hermana Inocenci.
(11) Del libro del Padre Zugasti página37, Información de su hermana Inocencia.
(11) Del libro del Padre Zugasti página37, Información de su hermana Inocencia.
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